Personaje popular, luchadora social, sindicalista, alma y símbolo del Carnaval de El Callao, pueblo minero fundado a mediados del siglo XIX, situado al sureste del estado Bolívar a orillas del río Yuruari, afluente del Cuyuní que desemboca en el Esequibo. Lucía Isidora, nombre completo, sobreviviente de los cinco hijos de la unión de sus padres, aprendió desde su infancia las canciones en inglés y ritmos caribeños que cantaba su madre, oriunda de la isla de Santa Lucía; a su padre martiniqueño, intérprete de calipsos en patois, lo recordaba con poco afecto. De sus abuelos, esclavos traídos de Addis Abeba (Etiopía), se expresaba con orgullo como negros trabajadores y amantes de la alegría y la libertad. El descubrimiento de las minas de oro en El Callao trajo una profusa inmigración de franceses, corsos, ingleses y de antillanos provenientes en su mayoría de Granada, Martinica, Barbados, Saint Vicent, Carriacou, Dominica, Santa Lucía, Saint Kitts y Nevis, San Cristóbal y Trinidad; vinieron no sólo negros; también habían blancos, mestizos, mulatos, hindúes y chinos. Esta inmigración contribuyó al asentamiento de colonias muy importantes de familias antillanas que trajeron tradiciones y culturas de su tierra natal, así como sus lenguas: inglés, francés, creole y patois. Entre sus costumbres impusieron la celebración del Carnaval con comparsas de madamas y el ritmo del calipso (también se escribe calypso), denominación dada a esa expresión musical de ritmo contagioso desarrollada en las Antillas Menores; estas comparsas bien organizadas que marchaban por las calles del pueblo cantando y bailando, fueron hasta finales de 1940 una continuación de las fiestas de Martinica, Santa Lucía, Granada, Carriacou y Dominica. Hacia 1943, Carlos Small, virtuoso del tambor bumbac, y otros pobladores preocupados por el decaimiento en el entusiasmo por el calipso, ya que mucha población estaba emigrando por el descenso en el precio del oro, eligieron a Isidora, joven que trabajaba como telefonista en las minas, para asignarle la responsabilidad de darle un nuevo aire a la tradición musical: “Leía mucho -dice Small- todo el tiempo leía los libritos de Billiken. Era muy pájara, una negra viva (...) despierta desde muchachita...” Isidora organizó con mucho brío su comparsa de madamas ataviadas con grandes trajes, la cabeza graciosamente cubierta con un tocado de tela y adornadas con prendas de oro. Este traje no debe ser visto como un disfraz, es una investidura, una dignidad de antillano señorío: “La madama era una autoridad (...) Las madamas eran gente fina, no cualquiera puede ponerse un traje de ésos. Pura categoría”. En la interpretación del calipso tradicional se empleaba la guitarra, el bumbac y el rallo; Isidora y Small decidieron darle una variante local y le incorporaron el cuatro, las maracas y las campanillas venezolanas.
Esta nueva instrumentación respondía a la necesidad de buscar una identificación, una pertenencia que expresara de manera particular el sentimiento de la tierra guayanesa, de modo tal que el calipso en Venezuela tiene una personalidad propia: “Un calipso de Trinidad difiere en esencia del venezolano, puesto que a pesar del ritmo pausado y cadencioso de ambos, en el calipso venezolano se percibe un rucaneo que no tiene el trinitario ni, en general, el antillano”; sin embargo, las letras deben ser en inglés: según Small, “El auténtico calipso, el único, es en inglés, pero también incluye el patois, con versos libres. Calipso en español no existe”, como no existe joropo en inglés. De igual manera el calipso clásico no debe bailarse de cualquier modo: “La mujer que baila calipso se mueve como una reina: los hombros quietos, la cabeza inmóvil y el pecho también, toda la cadencia está en la cintura y en la cadera.” En 1954 se fundó la Asociación de Amigos del Calipso presidida por la Negra Isidora, como la llamaban, que a su vez dirigió la comparsa de la Asociación que por muchos años fue la más popular y llegó a agrupar hasta 200 integrantes; Isidora era algo estricta con los miembros de la comparsa: exigía una conducta intachable y nada de abrazaderas y besuqueos; los viajes se hacían por separado: hombres en un autobús y en otro las mujeres, de igual modo en los hoteles. Para 1976 esta agrupación incluía a 156 personas; en enero de ese año se presentó como invitada especial en las Ferias de San Sebastián, en San Cristóbal; después se presentaría en otras ciudades y el 4 de febrero de 1982 se le rindió un homenaje nacional a la madama indiscutible en el Poliedro de Caracas, fue un reconocimiento a su labor por mantener viva la memoria festiva de su pueblo y hacer sentir la presencia del negro en la cultura nacional. Allí se oyeron muchas de las afamadas composiciones de sus amigos Carlos Small y Kenton San Bernard, como Ambacail y Blody Man Down. Pocas veces una tradición popular se emparenta a una persona como el calipso de El Callao con Isidora, quien se preocupó por conservar el sabor auténtico y tradicional del ritmo, a diferencia del calipso brasileño o del venezolano-brasileño, influido por elementos del merengue. La Negra Isidora, de recia personalidad, decidida y vehemente luchadora por la reivindicaciones de su comunidad, se convirtió en alma y líder indiscutible de su pueblo; militó en el partido Acción Democrática y durante la dictadura de Pérez Jiménez protegió y albergó en su casa a varios líderes políticos que luchaban clandestinamente contra el gobierno: a partir de 1958 su fibra de luchadora social se hizo presente en su empeño por la organización y la superación económica y social de los mineros y demás pobladores de la comunidad callaoense; con tal fin participó en la fundación del Sindicato de Patronos Mineros de El Callao y del Sindicato del Oro. Ascendió en la labor sindical hasta llegar a integrar el Consejo Central de Fetrabolívar; integró además el tribunal disciplinario de esta federación sindical y fue funcionaria del Ministerio de Energía y Minas. A pesar de su militancia política, jamás aceptó tocar sus tambores para su partido Acción Democrática: “mis tambores son apolíticos y en mis comparsas danzan adecos, copeyanos, urredistas, comunistas, masistas y los venezolanos todos juntos”, expresó alguna vez. Isidora nunca se casó ni tuvo hijos: “todos son mis hijos”; como soltera que fue no tenía preferencias: todos la buscaban, estaba en todas partes, lo sabía todo; organizaba las fiestas patronales y vestía y adornaba a la virgen del Carmen; lideraba los reclamos; amenazó con quemar los tambores a la puerta del Congreso para que se oyeran sus súplicas de prestar mayor atención a su pueblo que estaba abandonando su tierra de origen tras la quiebra o el abandono de las antiguas compañías mineras; de parte de Miraflores algo se hizo y el pueblo empezó a cambiar; Minerven, la empresa del oro, pasó a ser manejada por la Corporación Venezolana de Guayana, el pueblo se convirtió en municipio autónomo; la producción de oro se ha mantenido y las condiciones en general han mejorado. Sin embargo, los callaoenses no quieren deberle nada a los partidos políticos sino al calipso que la Negra Isidora convirtió en identidad: no otra cosa se piensa ante la danza de locura multitudinaria que desborda las calles de El Callao, donde baila la gente de todas las edades y condiciones el 24 de diciembre, en adelanto de la Pascua de Navidad; el 1 de enero, y domingos siguientes hasta el martes de Carnaval. A Isidora la leucemia y otros malestares le produjeron la muerte; sus restos fueron trasladados desde su casa, frente a la plaza Bolívar, a la Iglesia del Carmen; allí todo el pueblo callaoense y los poderes públicos, organizaciones gremiales y sindicales de Guayana le rindieron tributo y recibió los honores militares dispuestos por el Presidente de la República, como reconocimiento a su incansable labor; la banda marcial del Batallón Sucre, de la V Brigada de Infantería de Selva, hizo el Toque de Oración en la iglesia y posteriormente encabezó el desfile marcando el paso con la Marcha Regular. Fue trasladada en hombros en un impresionante cortejo fúnebre hasta el cementerio, que dista diez kilómetros del pueblo, al compás del calipso, tal como fue su deseo, interpretado por el grupo “The Same People”; el cortejo fúnebre, luego de algún recorrido se detuvo en un sitio acordado para cumplir con el ritual ancestral de El Callao de “Dar las gracias”; allí hablaron sobre la vida y obra de Isidora los representantes de todos los poderes, diputados, dirigente políticos, empresariales, sindicales, gremiales, de las organizaciones del fútbol, del calipso y familiares. El calipso y el recuerdo de Isidora sobreviven; sin embargo, de lo tradicional sólo va quedando la comparsa de las madamas; el calipso ahora es un negocio con enormes cornetas y equipos de sonido que incorporan sintetizadores e instrumentos de viento. Madama Lulu, Lourdes Basanta, inseparable amiga de Isidora, le compuso un calipso que se ha hecho muy popular, la comparsa entona un pegajoso coro que dice: Isidora sings the calipso / Isidora is queen of festival / Isidora drink the yinyavié / Isidora is queen of Carnaval ; en una de las estrofas se oye: Porque es el alma del Carnaval / Esa negra si tiene swing al bailar .O.A.P
(Fuente: http://revistavoces.ohlog.com/ )
2 comentarios:
MAMA ISIDORA. AUNQUE YA NO ESTES EN EL CALLAO, E INCLUSO NO TE CONOSI TE QUIERO MUCHO PORQ FUIESTES UNA MADAME MUY EJEMPLAR EN LAS COMPARSAS Y NO SEA CARNAVAL TAMBIEN Q DIOS Y LA VIRGEN DEL CARMEN ESTE CONTIGO. Y QUE ALLA EN EL CIELO LOS ANGELES EN VES DE TOCAR ARPAS. TOQUEN BUMBAC Y JUNTO CON CLEOTILDAD BLILLINS Q TAMBIEN TE ESTA ACOMPAÑANDO. GRACIAS POR SER LA REYNA DEL CALLAO AUNQUE NO ESTES.
Importante conocer el grande pasado de ayer, para poder obtener el mejor futuro que esperamos hoy.
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